Y allí están presentes los tres,
Padre, Hijo y Espíritu Santo se preguntan:
"¿Qué podemos hacer?
Nuestros hijos de hambre se mueren
y no se saben amar ni querer...
Les dimos de sobra para poder comer
pero, ya lo veis, unos tiene mucho
y otros solo buscan un sitio donde caer.
¡Qué pena me da verles perder
toda esperanza de ser felices!
Se acabó; no podemos aguantar más.
Esta situación tiene que terminar...
El Hijo, hecho Hombre, con ellos bajará,
a anunciarles que estamos aquí
y que jamás de ellos nos podremos olvidar...
Proclamarás, Hijo, que con toda mi alma deseo
para todos una gran felicidad,
que se amen y se sientan hermanos
pues verdaderamente lo son en realidad...
Gritarás al mundo que tienen que compartir,
todos los bienes que les dí,
que la muerte ha sido derrotada
y que un Reino nuevo tienen que construir,
donde la justicia y la paz reinen
desde ahora y hasta el fin...
Y Tú estarás siempre con ellos, Hijo,
para que en cualquier momento se puedan levantar,
con la ayuda de tus manos atravesadas
y tu amor puro e incondicional...
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