Y en la cruz, dirigiéndose al Señor y abrazando a los hombres, Cristo entrega toda su vida para la salvación del mundo. De la sangre de todo un Dios, hecho Hombre por cada uno de nosotros, nace la nueva esperanza de la vida eterna para la humanidad... El dolor no es estéril e infecundo... El dolor de la cruz es el paso necesario de Cristo para la Resurrección, para vencer a la muerte quitándole a ésta la última palabra. La palabra auténtica es Cristo, que se hace carne y se sube a la cruz del mundo, abrazando el madero de tortura, para quitarnos y arrebatarnos a todos los sufrimientos y cruces diarias...
Con Cristo a nuestro lado el dolor y la muerte han perdido toda su fuerza... ¡Celebremos con admiración y gratitud el gran gesto de amor! Hoy es un día de silencio para profundizar en el misterio de su muerte, el misterio de la redención, el misterio de nuestra salvación...
Pero tampoco nos olvidemos de recordar en este día los Santos Lugares, la tierra que recorrió Jesús de Nazaret, que pisaron sus sandalias y que hoy, en pleno siglo XXI, sigue reclamando paz. Recemos, por tanto, por la paz en Tierra Santa y en todo el mundo...
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