"Mira, en mis palmas te llevo tatuada,
tus muros están siempre ante mí" (Is 49, 16)
Contemplo mi nombre en la palma
de tus trabajadas manos,
está entero y siempre lo recuerdas...
Por Tí, Señor, me siento amado.
Toda la humanidad,
sin faltar ninguno y junto a mi nombre,
en tus manos tatuada está.
¡No olvides a tus criaturas
que te buscan y te quieren encontrar!
Y por mi ser fluye
todo el gozo y la alegría
de contemplar tus bellas manos
llenas de hijos que te necesitan...
Mis muros están siempre ante Tí,
destrúyelos con tu infinito amor
para que puedas vivir en mí,
y yo pueda con ello sentir
toda tu presencia embrigadora
y tus caricias sin principio ni fin.
¡Aleluya, Señor mío!
Hoy descubro y siento que tus manos
construyen un mundo nuevo
para hacer al hombre feliz...
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