Cuando mis pies estén cansados,
tal vez derrotado, olvidado,
me llegaré a tu nacimiento
y besaré tu rostro,
y tocaré tu mirada
para naufragarme borracho
en tus deseos. Y te amaré.
Serás mi Dios, Señor, mi Rey.
Postraré mi alma. (Silencio
en la madrugada).
Y besos eternos bailarán
en el regazo de tus abrazos.
Jinetes de tierras lejanas
acudirán a tu llamada...
Y te contemplaré,
Rey de todo reinado,
para luchar cerca de Tí,
siempre a tu lado.
(Mar cristalino de tus versos)
Y atraparé el viento
con tus palabras.
Cuando nada tenga,
serás mi todo.
Regresarás.
Y tu hogar será el mundo.
Valiente. Entregado.
Siempre Dios encarnado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario