martes, 27 de septiembre de 2011

EN LA NOCHE, SEÑOR...

Cuando la ciudad duerme te quiero escuchar, Señor, deseo con toda mi alma dialogar un rato contigo... Mi corazón necesita de tus palabras, de tu aliento, de tu mirada y de tu ternura sin límites.
Esbozo una pequeña oración y te siento cerca, muy cerca, a mi lado sentado en el mismo lugar donde estoy,  mirándome, escuchando todas mis palabras, mis problemas y alegrías, mis penas y mis ilusiones... Tanto amor y tanto cariño me es difícil de corresponder... Me cuesta tanto entregarlo a los demás y Tú me comprendes y me alientas para que lo intente, lo vivas y lo sufra...
Mi vida es tuya, Señor, toda para Tí, nada mío es, todo es tuyo y TÚ de todos... Vivir, siempre vivir para Tí, Señor, alma mía, corazón de niño, siempre alterado y jueguetón. ¡Qué grande eres Señor! ¡Cuántos pequeños y grandes milagros haces sin enterarme!
En la noche, Señor, me es más fácil hablarte, dejarme acariciar por tu mano... Pero no quiero estar solo contigo en el ocaso del día, necesito vivir toda la jornada junto a tu rostro misericordioso...
Mi corazón empieza a sentirte, está tranquilo, sabe que no le abandonas, sabe que le mimas y le amas... Esta noche quiere vivir, quiere entregarse... Solo amor desea dar...
Hoy, durante el día, vi tantas veces tu rostro y pasé de largo... ¡Ciego fui ante Tí! Mañana espero pararme y entregar ese amor que Tú me regalas... 
El reloj me indica que es tarde, el sueño me vence... Gracias Señor por haberme escuchado, gracias por estar hoy, como siempre, a mi lado... Mil veces gracias por entregarme tu AMOR...
Esta noche mi corazón duerme en Tí, Señor... Mañana espera despertar contigo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario