domingo, 28 de octubre de 2012

ANUNCIA A CRISTO


La llamada que el Señor nos hace a ser evangelizadores, apóstoles del siglo XXI, anunciadores de Cristo, debe ser una consecuencia natural y espontánea al gran gozo de sentirnos portadores de la LUZ, testigos de la NUEVA VIDA de saber que todo un Dios hecho Hombre nos ama hasta las últimas consecuencias. ¿Qué nos impide transmitir a los que nos rodean lo que vivimos? ¿Nos avergonzamos de sentirnos amados por el Señor? ¿Tal vez no somos capaces de vivir lo que creemos? Quizá le echamos la culpa a la sociedad, a la falta de valores, al “pasotismo” de la juventud, a los problemas económicos o materiales… Buscamos responsables fuera de nosotros y así, en muchas ocasiones, nos quedamos tranquilos y lamentándonos porque los demás no creen o no quieren creer…

La transmisión de nuestra fe, de nuestra vivencia en el Señor, dentro de la Iglesia y junto a los hermanos, es tarea urgente de todos aquellos que un día nos encontramos con Cristo en el camino y nos hizo cambiar de vida… Pero, ¿realmente el Señor hace que nuestra vida sea diferente? De cada uno de nosotros depende dar respuesta a esa pregunta, sin miedo y con sinceridad, pero sabiendo que la misericordia del Padre es infinita… ¡No podemos tener miedo a anunciar al mundo que Cristo ama y ama sin límites ni fisuras! Pero tampoco nos podemos quedar en las palabras sin hechos y acciones concretas y encarnadas en la realidad de nuestros días… No olvidemos que el mundo creerá cuando se admire diciendo: “Mirad como se aman”.

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