viernes, 24 de febrero de 2017

NINGÚN HOGAR SIN LUZ NI CALOR



En nuestro Plan Diocesano de Pastoral Discípulos misioneros se nos invita a “Realizar gestos públicos de solidaridad como Iglesia” (acción 3.2.3) como un medio concreto de “Poner el Evangelio al servicio de los más pobres” (línea 3.2). Se retoma así algo ya presente en el anterior Plan Seréis mis testigos, donde se proponía la realización cada curso de un “gesto público diocesano”.

Es cierto que nuestra Iglesia de Burgos va creciendo en conciencia y solidaridad con las personas más golpeadas por la crisis, y así lo hemos reconocido en nuestras valoraciones. Y es verdad que son varias las iniciativas promovidas por delegaciones, arciprestazgos, parroquias y movimientos que visibilizan en la calle esta encarnación desde el Evangelio, denunciando lo que es injusto y proponiendo otras formas de vida más acordes con el plan de Dios. Ahora, con este “gesto público diocesano”, queremos tener una voz común como Iglesia en Burgos, con la participación de todas las comunidades y presididos por nuestro pastor don Fidel. De la realización concreta del acto se encarga el Departamento diocesano de formación sociopolítica.

Ningún hogar sin luz ni calor es el lema escogido para este año. Las cifras muestran la realidad: durante el año 2016, desde Cáritas diocesana se apoyó a 345 familias en pagos de electricidad (28.420 €) y a 290 familias en gastos de calefacción (13.809 €). Sin duda que serán más las familias que habrán solicitado ayudas en otras entidades sociales públicas y privadas. Es lo que coloquialmente llamamos “la pobreza energética”, poco visible en la sociedad salvo cuando saltan a los medios de comunicación algunos casos trágicos de muertes.

En esta ocasión la concentración será el jueves 2 de marzo a las 8 de la tarde en la Plaza Mayor de Burgos. Después de reflexionar a partir de unos datos y unos textos, marcharemos en silencio por algunas calles peatonales del centro para volver de nuevo al punto de partida y concluir el acto. Al final se hará una colecta entre los allí presentes, sugiriendo la aportación de “un día de salario” o bien otra cantidad para ayudar, a través de Cáritas, a los que no pueden pagar la luz y la calefacción. Daremos así también sentido solidario a nuestro ayuno del miércoles de ceniza con el que habremos iniciado la Cuaresma: nos privamos de algo nuestro para compartirlo con los más necesitados.

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