viernes, 13 de enero de 2012

EL ABUELO CASIMIRO

Casimiro no podía aguantar a su abuelo... Todos los días le contemplaba sentado en su viejo sillón y sólo veía un cuerpo envejecido por el paso de los años, lleno de infinitas arrugas y unas gafas medio rotas de sabe Dios cuando...

Esta era la realidad, a su once años, Casimiro no soportaba a su abuelo contando siempre las mismas "batallitas" de cuando era joven, quejándose siempre porque le dolían las piernas por culpa de las varices y con la mirada perdida hacia un punto indefinible de la pared del salón.


Su abuelo ya tenía ochenta y cinco años, y se llamaba Casimiro al igual que su nieto... (Éste nunca pudo entender porqué él tenía un nombre tan horroroso como el de su abuelo). Su abuelo padecía multitud de enfermedades y además tenía alzheimer. Se acordaba de cuando, en sus años mozos, salía todas las mañanas, allá en el pueblo, hacia el campo para arar, de sol a sol, las tierras... Pero no era capaz de recordar lo que había comido el día anterior.

Todas las noches, cuando ya estaban todos acostados, su nieto escuchaba la voz de su abuelo (tal vez rezando o quizás pensando en voz alta). Eran palabras inconexas, pero que el nieto no soportaba. Muchas noches pensaba que, si su abuelo se muriese, sería mejor para todos. Por ejemplo, su madre descansaría, pues estaba todo el día atendiendo al abuelo, y además, a la edad del viejo Casimiro, ya no se puede hacer nada, ya no se es productivo. Solamente se es una carga para los familiares. Si su abuelo se muriera, pensaba el pequeño Casimiro todas las noches, podría dormir tranquilo y además podría cambiarse ese horroroso nombre que era mofa de sus compañeros de clase.

Y al final su abuelo se murió. Una noche dejó de respirar y se fue al encuentro de su mujer, la abuela Mati, para poder abrazarla toda la eternidad. El pequeño Casimiro se alegró, pues por fin podría descansar por las noches. Pero rápidamente se entristeció... La primera noche sin el abuelo Casimiro, sólo el silencio reinaba en al casa. ¡Cuánto echaba de menos la voz del abuelo en medio de la noche! ¿Por qué? ¿Por qué no escuchó a su abuelo mientra estaba en vida? Ahora lo entendía. Su abuelo se había muerto y a él no le había dado tiempo para despedirse, para decirle: "Abuelo, te quiero". ¿Por qué mientras vivía le odiaba tanto? Y ahora, en cambio, necesitaba sentir ese cuerpo arrugado, sentado en su viejo sillón, contemplando el infinito...

Ya no quería cambiarse de nombre, pues éste era la mejor herencía que su abuelo le dejó. Ahora llevaría siempre el nombre de su abuelo con orgullo. A sus amigos les decía: "Me llamo Casimiro, como mi abuelo, el mejor abuelo del mundo". 

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