Te olvido, bien lo sabes, día y noche,
pero sé que siempre estás
al lado de mi corazón herido...
Me perdonas por mis faltas, mi Dios,
pero yo, alma de piedra, te olvido...
Eres la luz de mi esperanza,
el único canto de alegría;
perdóname, mi Señor,
porque te abandono en un rincón.
Me siento eternamente traidor
pero de verdad me arrepiento
y duermo con la esperanza del perdón,
soñando con tus abrazos eternos...
Y siento, Señor, que ya me has perdonado
pues eres la bondad suprema,
el Padre que estás a mi lado,
misericordia infinita y plena...
Sabes mi Dios, que contigo me siento amado
y me arrepiento de haberte, tantas veces, olvidado.
Y Tú, Señor, con cariño y sin rencor,
me abres de par en par
las puertas de tu corazón...
Contigo me siento lleno,
seguro estoy de que estás a mi lado
porque siempre has ayudado
a éste que hoy te pide perdón,
y que por haberte olvidado
con más alegría le acoges en tu corazón...
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